Otro amor de tu Vida

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Las ideas existen y generan realidades. Realidades que no encuentran refrendo en nuestra vida pero bueno, ahí quedan. Como muletilla, como gracia, como ironía, como broma, como sarcasmo, como tragicomedia si eres capaz de superarlo. Como obsesión o locura si la sigues creyendo.

Aún hoy con 31 años y siendo un tipo bastante gris en mis emociones, me sigue gustando compartir reyes magos con mi familia. Ya sé que «no son» en un sentido literal pero emocionan igual. Las sensaciones, emociones son similares a cuando era niño y me levantaba a mear para ver lo que se vislumbraba en la oscuridad del salón. Aún sabiendo todo, las cosas se pueden vivir de una manera similar.

Relacionarse como Personas, no como Roles

Es decir, asumir la irrealidad de una idea como puede ser en este caso: «amor de mi vida», no equivale a dejar de disfrutar de las relaciones. De hecho puede derivar en algo bastante transformador que es vivir las relaciones de una manera más sana y mejor.

Pero vamos a poner que nos bajamos antes del tren. Que tampoco hace falta llegar hasta el final. No se puede buscar, anhelar, fantasear, esperar una idea. La propuesta es sencilla: relacionarse con personas. Dejar los recursos humanos, la mercantilización y la asignación de roles para el mundo laboral. Abordar las relaciones simplemente como eso. Relaciones con personas. No con proyectos. Locura, locura.

Las Expectativas y las Frustraciones

Que alguien sea el amor de tu vida se puede expresar, si es que se puede, en pretérito «ha sido el amor de mi vida«. Nunca en presente y mucho menos en futuro «busco al amor de mi vida». (POR CIERTO, sin usar la coletilla «romántico» todo el mundo está entendiendo a qué tipo de relación me refiero.).

Es gracioso como todo el mundo apuesta por quitar etiquetas pero sigue usando algunas que, pareciendo buenas, esconden realidades poco halagüeñas. No estoy haciendo referencia a la cantidad porque no lo considero relevante para este tema. No es una cuestión de singularidad de la expresión y que se puedan tener varios (esto te lo reconocería prácticamente cualquier persona medio racional).

La cuestión es lo que oculta la idea. Fundamentalmente la carga que pone en la otra persona.

El ansía por encontrar conexiones inexplicables desde las primeras citas. Pero, y esto es más peligroso, el enganche que puede suponer la idea aunque las cosas, los hechos, los sucesos se hayan deteriorado. La idea, que suena tan bella, conlleva una carga de maldad y de generación de situaciones negativas que conviene, por lo menos, valorar.

La Realidad también es Buena

No es esto una crítica al amor. Es una crítica al intento de materialización de una idea que no es más que eso, una idea. Una fantasía colectiva que no tiene siquiera categoría de natural o universal. Una idea cultural que coloca a las relaciones sexoafectivas en una posición compleja. Sería como esperar realmente a los reyes magos. Y enfadarse si no vienen.

En cambio, si asumes que no vienen y tratas de hacer lo que hay que hacer, lo disfrutarás. Un poco menos, es posible, que cuando te lo creías. Bastante mejor, no obstante, que mantener la fantasía con carácter de eternidad.

Ser Poliamor

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«Es que claro, tú eres poliamor».

Todas las veces que la he escuchado me ha sorprendido la asignación de un sustantivo como calificativo. Que yo lo sea o no lo sea es irrelevante. Pero ¿qué significa la expresión?

El tono es eminentemente despectivo. Esconde cierto halo de rechazo. Evidentemente la monogamia es hegemónica y las opciones alternativas no merecen ni elaborar una familia semántica. Nadie diría «tú eres monogamia». Pero es que tampoco se usaría el adjetivo monógamo, monógama, monógame. Sería, o es, o yo lo escucho así «yo soy normal».

Las explicaciones que se tiene de la idea son bastante variopintas.

Lo común es asociar la idea con la promiscuidad. Ir por ahí me da pereza. La cuestión no es que la gente sea capaz de generar una posición firme, convencida, inquebrantable ante algo que no puede definir. Que no puede elaborar oraciones sencilla tipo «eres poliamorosa». Pero sí que sabe que está mal o «no es para mí». Lo que me lleva a preguntarme este tipo de expresiones es si alguien que no es capaz de tener unas nociones básicas sobre modelos, que son más o menos conocidos como el poliamor, puede hacer alguna reflexión sobre el propio. Esta pirueta demuestra fundamentalmente que dedico demasiado tiempo a pensar en cosas absurdas. Pero como creo que puede servir, lo planteo:

«Si no se es capaz de mirar otro formato de relación con un mínimo de pretensión de entendimiento ¿se puede abordar el propio con una mirada crítica?»

Volviendo a la frase que origina está reflexión. Cabe recordar que los modelos teóricos que cada cual crea no son tan importantes como las formas de aplicarlo. Y que antes de entrar a valorar (aunque es muy importante) modelos relacionales hay que valorar cómo nos trata, quién es, qué hace, qué pretende la persona con la que pretendemos construir nuestra relación. Qué tipo de relación es importante saberlo, con qué persona lo vamos a hacer, resulta imprescindible.

Es una cuestión, fundamentalmente, de carácter ético y práctico. Relacionarse con personas y no con entes imaginarios.

La (no) Educación Sexual

la no educación sexual

No es el sexo mi tema favorito. Hay gente especializada en sexología que puede hacer razonamientos y aportaciones mejores que las mías. Yo de sexo solo sé hacerlo y supongo que tampoco muy bien. Así que este post no pretende explicar, enseñar o educar. Simplemente quiero reivindicar el hecho de que hace falta explicar, enseñar y educar.

Probablemente desde antes incluso de lo que pensamos como «normal». Y, obviamente, aunque casi todo el mundo practique sexo, el tema debe ser tratado a esos niveles por la gente que sabe.

Aunque no lo hables, existe

Es común pensar que aquellas cosas que no se abordan, desaparecen. Lo hace Rajoy con casi todo. Lo hacen padres y madres con los temas que les incomoda tratar. Lo hacemos casi todas las personas con aquello que nos inoportuna. Pero los hechos, decía Huxley, que no dejan de existir aunque se les ignore.

Con el sexo además resulta curioso saber que suceden a la vez dos fenómenos, a priori, contradictorios. Se hipersexualiza a la gente desde bien pequeña pero a la vez se niega la posibilidad de tratar el tema abiertamente.

Esto conlleva conflictos que la mayoría de veces se viven en privado y con gran vergüenza. Aunque luego los numeritos, las estadísticas demuestren que  la mayoría de la población suele sufrir problemas sexuales en algún momento de su vida. Así que toda esa carga sexual que emite la sociedad se empieza a recibir a una edad temprana.

Las explicaciones, la teoría, los riesgos, los beneficios se reciben, en cambio, mucho después. Es decir ¿en qué momento debo hablar de sexo mi hijo/a/e? pues, posiblemente, antes de hacerte la pregunta.

Educador Porno

Ese vacío que se crea hay que ocuparlo. Y la forma más accesible a sexo explícito es el porno. Por desgracia, tan explícito como alejado de la realidad.

Aunque hay proyectos interesantes, la industria mainstream deriva en formas de sexo cada vez más violento y cada vez más degradante. Ahí se generan, ante una sociedad que prefiere mirar para otro lado, las fantasías y los deseos de nuevas generaciones. No escribo esto en tono de alerta. El daño ya está hecho, no es una previsión, es una afirmación. Pero una vez las cosas van mal hay que verlas. Remontar consiste, antes que nada, en saber que vas perdiendo.

La Alternativa

No debe ser tan difícil, tan extraño o tan absurdo introducir en los programas educativos cosas tan elementales como el sexo (biología, salud…pero también elecciones y placer) y, como en casi todas las cosas, feminismo.

Superar esa dialéctica de sujeto (normalmente hombre) y objeto (normalmente mujer) que aparece en el sexo de una manera muy representada. Google brecha orgásmica para saber más.

Hay gente para poder enseñar eso, para poder ayudar a mejorar una sociedad que se olvida de cosas tan obvias mientras persigue objetivos que aparecen demasiado lejanos.

La Realidad de las Relaciones: de la Teoría a la Práctica

la realidad de las relaciones

«De mayor quiero vivir en teoría porque allí todo está bien».

Al explicar cualquier tipo de opción afectiva que no sea la clásica monogamia serial (ir encadenando parejas con algún breve lapso de soltería) la gente no muestra un rechazo sólido a la propuesta. Desde el poliamor hasta la anarquía relacional gozan de un nivel de aceptación más o menos alto al ser presentadas. No obstante, los hechos, tan tenaces ellos, nos demuestran que no son, ni de lejos, opciones comunes. La duda, obvia, es «si te suena bien ¿por qué no lo intentas?».

Los otros modelos no nos parecen mal pero no los intentamos

Sirva esta introducción para exponer un caso bastante común. La respuesta es lo que da lugar a este artículo.

La teoría, lo que nos cuentan, nos encaja pero no nos vemos en ese mundo. Esa propuesta de relaciones más igualitarias, con perspectiva de género, tratando de superar los celos, evitando la posesión, fomentando la libertad y la autonomía suenan bien pero…es difícil atreverse a dar el paso. «No está hecho para mí». Posiblemente no lo esté, obviamente, dudo mucho que exista un modelo en el que encajar perfectamente.

La cuestión no es si lo está o no lo está, la cuestión es que lo que estás aceptando como natural, tampoco está hecho para ti. La naturalización de la monogamia (insisto en lo de serial porque no es esa monogamia que te cuentan en el colegio del único amor para toda la vida) es un trabajo arduo que requiere de todo un sistema social, educativo y cultural que acaba imponiendo ese modelo como único. No digo el mejor, digo el único. Dejando el resto de posibilidades en reductos casi siempre marginales.

Más allá de algún artículo o algún documental, pero también mostrando sólo aquellas partes que no son tan disruptivas (por ejemplo tener dos parejas en vez de una). Siempre con escasa diversidad, abogando por modelos blancos cis heteros. Mayoritariamente. No quiero desviarme.

El modelo normalizado también es una teoría

La cuestión es que ese modelo normalizado es también un modelo «en teoría». Y que la aplicación práctica es un rotundo fracaso en términos de datos.

Las parejas duran cada vez menos, las rupturas siguen siendo traumáticas y a determinadas edades la búsqueda de pareja supone una crisis existencial profunda.

Es el agotamiento en la práctica de un modelo que en teoría estaba bien, funcionaba perfectamente. No obstante tan asimilada tenemos esa teoría que, aún observando con meridiana claridad sus fracasos, seguimos pensando que ese modelo sí que es posible.

«Mi primo tuvo una relación abierta y acabó mal» deslegitima la posibilidad de abrir relaciones. «El marido de mi hermana le engaño y le jodió la vida» no deslegitima la opción de casarse.

Fracasa de otra manera, fracasa diferente, fracasa mejor

No soy defensor de un modelo. Al menos no públicamente. Aunque sí creo que algunos son superiores a otros, es una creencia privada y, me temo, cambiante.

Pero no podemos aceptar el rechazo de otros modelos por el mero hecho de afirmar que «no puedo llevarlas a la práctica». Para pescar hay que mojarse el culo y para mejorar en la relaciones hay que tratar de relacionarse de otras maneras.

Posiblemente acumulando fracasos pero serán, y aquí está la clave, otros fracasos diferentes a los anteriores.

Cómo Buscar Pareja

como buscar pareja

Búsqueda activa” se suele leer en los perfiles de las redes sociales que se dedican al ámbito laboral. El verbo buscar implica actividad en su propia definición. Si se busca algo, se busca. Otra cosa, diferente, sería que queriendo encontrar algo bastase con esperar a que apareciese. Añadir “activa” en lo del empleo sirve para hacer hincapié en el hecho de que hay un esfuerzo, un interés en encontrar trabajo.

Queremos demostrar al ponerlo que estamos haciendo lo posible por cambiar nuestra situación pero, presuntamente, no nos está acompañando la suerte. “Búsqueda activa” pretende ser, por tanto, una virtud. Una forma de mostrarnos al exterior de una manera positiva.

La «búsqueda activa» de empleo pareja

Con el “amor”  la cosa cambia. “Yo no busco nada”, “el amor se encuentra”, “lo que surja” son expresiones radicalmente opuestas a ese “búsqueda activa”. Partimos aquí de una situación diferente. Otorgando al amor no sólo la capacidad de aparecer de manera fortuita sino de aparecer con una fuerza tan abrumadora que pueda desmontar todos nuestros planes. La búsqueda de amor, por tanto, no existe en el relato. Se le otorga esas cualidades que tienen que ver con la espontaneidad, con lo inesperado, con lo imprevisible. Lo cierto, lo que sucede en la realidad, suele ser bien diferente. No obstante no tiraré hoy por ese camino.

Cómo buscar pareja

El caso que me ocupa ahora es alguien que quiere encontrar el amor, cuando esa persona está dispuesta a decir “busco pareja”. En realidad casi todo el mundo en esta sociedad. Pero esta persona al menos muestra la coherencia de decirlo. Ahora falta, y ahí viene en muchas ocasiones el problema, tratar de llevarlo a la práctica. Cuando alguien asume que está buscando pareja tiene que activar recursos muy similares a los que activa cuando está buscando trabajo.

No negaré que esto le quita parte a la magia pero es que si has llegado a este blog entiendo que tienes una edad para saber que la magia tiene truco. Algunos muy buenos, pero trucos al fin y al cabo.

Recursos para «buscar el amor»

Entre los recursos que cuenta alguien para “buscar el amor” tenemos las redes sociales o las webs especializadas a ello. “Ahí sólo hay gente rara” pues bueno, tratemos de llenarlo de gente presuntamente normal. Además que ya me explicará alguien porque es raro buscar pareja en un lugar donde la gente está buscando lo mismo y no en un pub donde a priori no sabemos si buscan, encuentran o estás felices estando perdidos/as.

No negaré que esto le quita parte a la magia pero es que si has llegado a este blog entiendo que tienes una edad para saber que la magia tiene truco

El otro recurso, bastante equiparable a lo laboral, es el entorno. Que la gente conozca de tu situación. Que pueda hacer de Celestina, de alcahueta y presentar gente en una situación similar. Incluimos estos dos campos como la versión “búsqueda activa”, estamos intentando encontrar pareja y por tanto activamos los mecanismos que tenemos disponibles para conseguir nuestro objetivo.

Luego tenemos la “casualidad” que eso es algo bastante atractivo y que podemos tratar de “forzar”. Es decir, ir a aquellos lugares, a aquellas actividades donde puede estar el tipo de gente que creemos que nos gusta. En parte es engañar al tal Cupido, en parte es facilitarle la faena. Si nos rodeamos de gente afín será más posible tanto recibir la flecha como poder mantener viva la llama del amor o las mariposas en el estómago o lo que se quiera.

Algo tan simple como poder compartir aficiones resulta en estos tiempos de estrés y prisa una cuestión fundamental en el devenir de las relaciones. Compartir porque gusten a ambas personas y no simplemente por la obligación de hacer cosas “juntos” que parece un ítem fundamental en la terapia de pareja.

Hemos de intentar por tanto conocer gente que nos pueda resultar afín. No ha pasado, o al menos no tengo constancia, de gente que haya ido a casa de otra gente a declararse sin conocerse. Tenemos que generar una vida social interesante que nos permita ir creando nuevos contactos. Muchas relaciones surgen en los lugares donde más tiempo pasamos siendo posiblemente el lugar de trabajo como el principal. Hay por tanto que abrir otros espacios, encontrar otros lugares, que nos permitan llevan a cabo ese deseo de tener pareja o, al menos, de conocer a gente que potencialmente nos pueda llegar a gustar.

Muchas relaciones surgen en los lugares donde más tiempo pasamos siendo posiblemente el lugar de trabajo como el principal

La «empleabilidad» en las relaciones

Estas dos versiones una más activa de manera expresiva y otra dirigida más a acciones son evidentemente compatibles. Pero el trabajo no acaba sólo en el planteamiento de una proactividad diferente en la búsqueda de relaciones. No basta sólo con meternos en el modo “búsqueda activa”. Por seguir con el símil con el mundo laboral, también hemos de mejorar nuestra «empleabilidad». Mostrar nuestro rostro más amable para conseguir el objetivo.

Entiendo que empleabilidad se puede sustituir en el ámbito relacional por atractivo. Cultivar, fomentar, potenciar ese atractivo se convertirá en una pieza clave en el engranaje que hemos de construir para poder encontrar pareja o para establecer otros tipos de relación sexoafectiva. El físico lo tenemos claro, basta poner un rato la tele o leer algunas revistas para reconocer los patrones de belleza. Otra cosa es si son alcanzables, sanos o perdurarán en el tiempo, pero existir, existen. Más complicado es definir las cualidades. Me gusta usar el ejemplo de «interesante».

Normalmente catalogamos como interesante a alguien que nos despierta cierta afinidad. Si es muy interesante, tiene muchos conocimientos o habla muy bien sobre un tema que no nos guste o que no nos despierte nada, difícilmente lo consideraremos interesante. Es por tanto algo más subjetivo y, por tanto, más complejo saber qué partes debemos desarrollar para mejorar nuestro atractivo.

Creo, eso sí, que hay alguna cuestiones comunes que no está de más mejorar. Una correcta gestión emocional (campo cada vez más de moda), ser capaz de resolver conflictos, comunicarse de la mejor manera posible y poseer la empatía suficiente para reconocer (y con ello tratar de evitar) el dolor o sufrimiento de la otra persona. Volviendo a lo de ser interesante creo que aquí conviene volver a resaltar la parte de tratar de encontrar personas afines con las que se compartan aficiones, hobbies o gustos.

Las 2 claves para encontrar el amor

En definitiva buscar/encontrar el amor (habría que ponerle comillas a veces) requiere de dos partes.

  1. Una, evidentemente, buscar. No limitarse a esperar. Tiene su gracia la redundante búsqueda activa.
  2. Y por otra parte prepararse para la relación. Que cuando llegue o lleguen las relaciones que queremos mantener podamos disfrutarlas y hacerlas disfrutar.