El amor en los Tiempos del Tinder (parte 2)

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La teoría Álvaro Ojeda.  No me gusta, no entro en su página. Con Tinder esto no pasa. Puedes encontrar fervientes detractores que siguen en la App, o que aparecen cada cierto tiempo. También está quien lo critica sin siquiera pasarse a ver. En la primera parte ya critiqué las críticas. Hoy iba a comentar algunas virtudes, pero lo inicial es recordar que no es una obligación instalarse Tinder.

Si no te gusta, no lo tienes y en paz.

Virtudes de Tinder

Permite conocer gente más allá de tus limitaciones espacio temporales.

Sólo con esto creo que debería acabarse cualquier debate. Amplías el rango de gente mala, ok, pero también el de gente buena. O por no ponerme con el bien y el mal diré afín/no afín. Si quieres gente que te pille cerca también puedes usar Happenz. Pero a lo que iba, consigues superar una de las grandes trabas que es conocer gente. Aquí puedes conocer más gente.

Y ya te digo que casi todo el mundo cae en Tinder alguna época.

Sólo hablas post autorización.

No como en una discoteca o pub que se puede acercar a hablarte cualquiera. Además si la conversación no te gusta puedes no contestar o eliminar. Esta ventaja es especialmente interesante para las chicas.

Simultanear.

Cosa que en persona es bastante complicado estar en una cita con 3. Aquí puedes chatear con todas las personas que tu atención aguante. Y puedes ir filtrando a tu gusto. Si das el whatsapp, el fb, si quedáis directamente o si nada.

La frialdad de ese primer contacto no ofrece datos sobre el éxito o fracaso.

Las personas que conocemos a lo largo de nuestra vida suelen ser por cuestiones azarosas, esto es una más. No importa luego si conociste a tu mejor amiga en el parque o a tu amigo porque vuestros padres eran amigos. Más allá de la anécdota inicial lo importante es lo que viene después durante la relación.

Siempre hay gente nueva.

En los lugares de ocio suele llegar un punto en que más o menos ya conoces la gente que hay. Esto está relacionado con el punto 1, al haber tanta gente, más opciones.

Y una que me parece muy bonita, puedes encontrarte al antiguo amor de tu vida o al vecino que tanto te gusta pero no te atreves a decirle nada.

Al final un corazoncito, no es tan violento como pararlo mientras va a comprar el pan.

Y habrá más partes. Por ahora estoy describiendo la app sin más, vendrán los días de analizar cómo modifica la forma de relacionarnos.

Las Relaciones Abiertas

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Todas las relaciones son abiertas, depende el nivel de pejiguería que tengamos con el lenguaje. Pero abiertas al mundo, lo son todas. Solemos hablar de «abierta» en el caso de que se puedan tener relaciones sexuales fuera de esa relación que, presumiblemente, será la principal. Salvando ese detalle y tratando de evitar que todo gire en torno a sexo o «no sexo», las personas que integran una relación (sea del tipo que sea) siempre van a tener la posibilidad de establecer otras interacciones fuera de esa relación. Las personas somos, por tanto, abiertas a tener varias relaciones, a simultanear y a coexistir dentro de una diversidad relacional más o menos plural.

Nuestras relaciones personales son muy variadas.

Aceptando que esa forma de apertura es lo normal (yo entablo relaciones con diversas personas en diferentes ámbitos) lo que es especial, no natural, diferente o cómo se quiera llamar es cerrar una relación, generar una exclusividad, excluir a otras personas de una relación concreta. Hablamos por tanto de cerrar la relación, no de no abrir. Ya, lo común es al revés. La gente pregunta ¿cómo puedo abrir mi relación? porque se ha conseguido normalizar el hecho de que cerrar, insisto, hacer la acción de cerrar, sea lo que pasa habitualmente. Encontramos situaciones realmente rocambolescas si analizamos con frialdad, lógica o razón los casos que suceden. Dos personas que se conocen en Tinder y «se obligan» a cerrárselo. Dos personas que se están conociendo pero ya no pueden conocer a nadie más. Cosas más curiosas aún como amantes (la tercera) a las que se les exige sólo tener relación con esa persona que tiene otra relación principal. Y todo esto, evidentemente, con una perspectiva de género que no puede obviarse y que convierte, mayoritariamente, a las mujeres en posesiones coartadas de libertad.

Somos seres sociales y, por tanto, abiertos.

Igual el título invitaba a pensar que iba a hacer un análisis de lo que son las relaciones abiertas y cómo se diferencian de otros tipos de relación pero es que yo quiero hacer el planteamiento un poco más osado de que lo que es abierta es la persona en sí misma y por tanto no cabe otra opción de relación que no sea esa. La que no le limita, no le veta, no le impide, no le coarta, no le prohíbe, no le cierra a tener otras relaciones. La presunta apertura no es por tanto un avance, una modernidad o una extravagancia es lo que es, lo que debe ser.

No puede abrirse solamente a voluntad del poderoso. Esto ya daría para otro post…

El amor en los tiempos de Tinder (Parte 1)

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Si va antes el huevo o la gallina puede dar para muchos debates. Si la tele refleja la realidad o la crea, también. Me inclino a pensar que la refleja. Que los programas de prensa rosa triunfan porque a la gente le gusta cotillear y las tertulias políticas porque nos gusta hacer el cuñado solucionando problemas. No al revés. El cotilleo, el cuñadismo es previo a la televisión. Con las apps sucede igual. Intentan potenciar, sacar partido de intereses que ya existen. Uno de esos intereses básicos es ligar. Con finalidades bastante diversas que cubren un amplio abanico. Desde algo de sexo esporádico hasta formar una familia, flirtear/conocer gente es algo elemental en la interacción social. Y eso que se intenta hacer en muchas de las situaciones sociales en las que participamos, requiere también su versión para móvil, para Internet. Nuestro avatar también quiere ligar.

Las críticas a Tinder.

Se puede criticar con mucha vehemencia ese tipo de aplicaciones, lo entiendo. A la gente no nos gusta asumir lo que en realidad somos. Triste, pero es así. Hay gente que critica incluso sin usarlo, gente que critica aunque luego en su vida «real» reproduzca los mismos comportamientos que censura de la app o gente que critica porque lo ha usado y no le ha gustado. No obstante este tipo de apps son como la vida.

«Es un mercado de carne» – Sí, en eso consisten las relaciones sexoafectivas. Welcome to the reality.

«Es muy superficial» – Sí, no podrás valorar la profundidad de la gente como sí que haces en la vida real (estoy siendo irónico).

«No tengo tiempo» – Bueno, es un minuto de mirar.

«No me gusta chatear» – No tienes whatsapp.

«Lo respeto pero no es para mi» – Oh, bendita superioridad moral, intelectual y ética de las grandes personas que habitan este mundo y no pueden cohabitar con la mundanidad, la banalidad y la mortalidad del resto de gentes miserables que usamos este tipo de apps. Gracias por dejarnos compartir vuestro oxígeno.

Tan real como la vida misma.

Lo que quiero decir básicamente es que este tipo de formas de relacionarse pueden ser malas, ok, pero son las que se ven en la vida real también. Se puede criticar el todo, el fondo, la fragilidad de los vínculos, la superficialidad, la pérdida de tiempo, la vacuidad, los fracasos, la cosificación…todo. Todo es criticable pero el medio, la app, sólo reproduce la realidad. No puede, entiendo, ser el foco de la critica.

Y aquí dejo el I de muchos posts sobre esto…

El Mito de la Exclusividad Sexual

Hablar de exclusividad sexual implica hablar con perspectiva de género. En realidad todo obliga a hacerlo pero algunos temas más especialmente.

Exclusividad Sexual en la Monogamia tradicional

La exclusividad sexual en la monogamia tradicional tiene más que ver con la mitología y con la recreación de grandes hazañas que con la realidad. Desde el más simple tonteo hasta llevar dobles o triples vidas, la vida sexual fuera de la pareja es un hecho bastante más común de lo que creemos. Otra cosa es que la mayoría de infidelidades queden tapadas, escondidas y nunca se sepa de ellas.

El hombre gozó desde siempre de la posibilidad de acostarse con otras mujeres (o con otros hombres). Consentido de manera tácita o simplemente manteniendo la unidad del matrimonio por dignidad o apariencia.

Desde arriba hasta abajo, la infidelidad masculina resulta transversal a cualquier clase social. Cosa de reyes, algunos con especial «éxito», y del pueblo más llano. Es la reclamación de las mujeres, la revolución sexual y los pasos que se han ido dando para su liberación lo que hace repensar el concepto de exclusividad. Lento, bastante lento.

Aún hoy es fácil encontrar parejas en las que los roles no se han movido.

Mi madre y mi padre solían recordar una frase de su época “catedral una, parroquias muchas” que define bastante bien una de las grandes mentiras sobre las que se construye la idea de monogamia. Mentira necesaria e imprescindible. O, como me gusta decir, ocultación de la verdad. No es necesario mentir sobre algo sobre lo que nadie pregunta.

La posibilidad de acostarse con otras personas es cada vez mayor. Y la probabilidad de encontrar a alguien con quien tener, al menos, las ganas tiende al 100%. ¿Se debe negar la posibilidad? He ahí un debate interesante sobre si las parejas deben abrirse o no cerrarse.

La Fidelidad

Entiendo como fidelidad el respeto al pacto que se haya establecido.

El problema muchas veces es que ese pacto no se explicita, de manera que al empezar a quedar damos por hecho que se suspenderá la relación con otras personas.

Es importante este matiz porque mucha gente considera que no se puede «conocer» a varias personas a la vez. Poniendo la exclusividad como algo previo incluso a la constitución de la pareja. Entiendo que la gente lo hace libre y por propia voluntad.

Cree haber encontrado a alguien lo suficientemente especial para no invertir tiempo en otras relaciones. Es una opción que se encuentra absolutamente legitimada en nuestra sociedad, suscita más críticas quedar con varias personas a la vez según mi propia experiencia.

Lo que sugiero es que hay que verbalizarlo, comentarlo o hablarlo. Porque puede que hoy en día no todo el mundo tenga tan claro que no se puede conocer a varias personas a la vez. La comunicación como pilar fundamental de la relación.

Mi postura personal es que la exclusividad ya está rota y ahora el paso es saber si se cuenta, si se hace de manera explícita o, por el contrario, si hay que apuntarse en alguna web para que te organicen la coartada.

Hablamos en esta entrada solamente de sexo. No de simultanear vínculos afectivos. Simplemente de poder mantener relaciones sexuales con otras personas fuera de la pareja. Los matices tipo: sólo de manera esporádica, no con la misma persona, determinadas prácticas, no con gente conocida, fuera de casa, con conocimiento, en locales de intercambio…son eternos.

Acabemos con la Ley del Embudo

Pero el paso previo a todo es saber si queremos o no queremos tener ese tipo de relación. Abrir o cerrar. Me parece, eso sí, que es conveniente ir terminando con la ley del embudo. Esa que abre mucho por una parte (la del hombre normalmente) y apenas deja un agujerito de apertura a la otra persona. De los celos y cómo afrontar todo ese tipo de situaciones se puede hablar más adelante.

Pero por ahora la única pincelada que quiero dejar es que lo de los celos no son buenos. Ni pocos ni muchos ni «lo normal».

Siendo este un tema sobre el que me apasiona discutir y elucubrar, también me gusta reconocer que no tiene tanta importancia. Que se organizan grandes performance sobre los deslices o los tonteos. Que la gente afirma con gran solemnidad que nunca perdonaría una infidelidad (aunque aquí el concepto fidelidad se está utilizando mal) y luego perdona cosas realmente peores.

Me resulta muy triste escuchar a gente que puede perdonar actos de violencia, humillaciones o faltas de respeto pero que lo de la infidelidad (en términos de exclusividad sexual) le parece algo innegociable. Creo que esa revisión está pendiente. Si todo ese control que se pone sobre la libertad de la otra persona, no se debería poner en otros temas más peligrosos. Y que, desgraciadamente, son cada vez más comunes dentro de las relaciones.

Sin parecer que las nuevas generaciones tengan claro ya que lo innegociable debería ser la violencia, física o verbal. Las otras cosas, pues ya los podemos ir hablando. Pero hay cosas que no admiten mucho diálogo.

Respeto, fidelidad y lealtad

Retomando el concepto de infidelidad me gustaría terminar por aclarar un poco esa confusión de términos tan común hoy en día. El respeto, la fidelidad, la lealtad no tienen que ver únicamente con el sexo. Ni mucho menos con determinadas interpretaciones del sexo.

El establecimiento de vínculos íntimos, afectivos, de confianza debe cimentarse en muchos ámbitos de la relación siendo el sexo uno más de ellos pero no el único. Y descartando la moral sexual como el elemento crucial para establecer el bien, el mal dentro de una relación.

El primer paso al tratar la fidelidad creo que debe ser hacia el interior. Establecer una coherencia entre actos, ideas y concepciones de la vida. La definición «Firmeza y constancia en los afectos, ideas y obligaciones, y en el cumplimiento de los compromisos establecidos» me parece realmente buena. Más allá de que no sea firme ni constante en nada, me gustaría destacar lo de «compromisos establecidos«.

Compromisos Establecidos

Y es que la parte importante de este post es esa. Los compromisos deben establecerse, verbalizarse, discutirse, comentarse pero tenerlos claro. No suponer o interpretar una serie de situaciones que llevan a otras situaciones y que comienzan un encadenamiento sin fin de cosas que no se hablar pero se dan por sabidas.

Los compromisos deben establecerse, verbalizarse, discutirse, comentarse pero tenerlos claro

No pretendo hacer, aunque siempre acabo haciéndolo, una apología del fin de la exclusividad. No tengo nada en contra de que dos personas decidan no acostarse con nadie más. O tres. O no acostarse. O solo para procrear.

Lo cierto es que me da igual desde la promiscuidad más desbocada a la castidad más recalcitrante. Insisto que aquí estoy con exclusividad sexual, para mucho más daría la exclusividad afectiva o, en términos materiales, la temporal. Lo único que digo es que no hay que dar nada por supuesto al iniciar una relación. En este caso concreto porque ni siquiera cuando cabía dar por supuesta la exclusividad seual, existía tal situación con carácter universal. Mucho menos ahora.

Así que con el fin de evitar sorpresas y en aras de la construcción de relaciones sinceras y dialogantes, lo mejor es hablarlo. Se tome luego la decisión que se tome y, pero esto da para otro post, sin caer en chantajes o en presiones para escoger la forma que quiere la otra persona.

Que las decisiones o elecciones sean realmente libres o fruto de la persuasión o seducción de otra persona es otro riesgo interesante. Por eso suelo proponer reflexionar estas cosas antes de iniciar cualquier relación aunque, evidentemente, se pueden dar variaciones a lo largo del proceso.

Aunque me gusta mucho la canción que he puesto al principio, hablar de este tema siempre me recuerda a esta, para que luego os quejéis del reggaeton.